Por Pedro Javier Caceres - Publicado en el Imparcial
Barcelona, su entorno taurino e incluso social se volcó con José Tomás. Y a Barcelona, por todo, por el torero, su gesto, y la Barcelona que necesita apoyos ante tanta declaración institucional de “anti taurina”acudió el “todo España, Francia y otros confines.
El ambiente era de grandes acontecimientos, quizá único.
Tarde de triunfo, no excesivamente triunfal, con expectativas cumplidas a medias. Cortó cinco orejas, tan solo dos de un toro, no hubo “rabo”, ni indulto.A penas dos sobresaltos, volteretas (una -3º- por pederle la cara torpemente, y otra -5º- trás un aviso de colada, en que el cansancio le dejó a merced del toro con pocos reflejos).
José Tomás se mostró solvente. Rebosante de valor y sangre fría, torero de zapatillas a montera, y dentro de la sobriedad tuvo variación con el capote y sobre la base del torero fundamental algunas concesiones vistosas, tanto que a partir del cuarto toro se gustó recreandose en sí mismo, en una segunda mitad de festejo de arte y ensayo con momentos intensísimos pero con el hilo secuencial, a veces, interrumpido.
Pero, curiosamente, fue a partir de ese cuarto, toro de El Pilar, pronto, en distancia, que le costaba repetir el segundo y tercer viaje al que cortó las dos orejas por una labor de probaturas y escrute sin terminarle de coger el punto de distancia, temple y dosis de pases por tanda. Un redondo citando de espaldas echó a funcionar la máquina de la euforia. Luego su afán de justificarse con torería hasta decir basta y la estocada hicieron que el público forzara al presidente a dar las dos orejas. Ocurrió igual en el quinto, pero sin la aquiescencia del “usía”, que se ganó la bronca preceptiva. Fue de Victoriano del Río, toro para no fallar, por hechuras y seriedad al que “quitó” de forma escalofriante con capote a la espalda. El toro no cumplió todo lo que prometía. Noble, sí, y de alegre arrancada en largo pero costándole repetir. Se defendía al obligarle, tendente a pararse y con síntomas de rajado a la hora de cuadrarlo para la muerte.
Le pidió en exceso J.Tomás, para lo que el animal iba pidiendo, en una labor personalista en la que hubo de todo bajo el signo de la torería y matarlo de estocada desprendida. No ha sido la espada lo más brillante de José Tomás.
Lo más importante lo hizo en el segundo. Un ejemplar de El Pilar, justo de pitones, que se defendió en el capote y, sin fijeza, desparramó la vista en banderillas, apretando una barbaridad a dentro y yendo siempre a la querencia. Con genio y moviéndose transmitió mucho. El torero le aguantó mucho la incierta embestida por el izquierdo y hubo más emoción que limpieza. Mejor sometido por el derecho el animal arrompió, siempre encastado y a veces genio. José Tomás lo cuajó, con quietud impávida, guapamente, varias veces por ese pitón e incluso al final al natural. Mérito de a toro complicado y exigente torearlo, a la postre, por las dos manos sin preocuparse demasiado de poderlo. Lo mató mal, con ansiedad, y todo quedó en un trofeo, el primero de la tarde.
En el tercero hizo su primer brindis de los dos. Toro de Victoriano del Río noble y repitiendo, un punto soso y algo reservó. Faena grande y limpia al natural con el “secreto” de esperarle mucho. Muletazos largos y con temple... hasta perderle la cara, absurdamente, y sobrevenir la voltereta. Luego en la versión “ecce homo” el torero desapareció y vino la emoción y la pasión para aliviar el susto en los tendidos. Un pinchazo en buen sitio y un descabello dejaron el premio de una oreja.
La tarde tuvo un comienzo en tono menor por la flojedad del animal de Cuvillo en el que José Tomás estuvo correcto, demasiado fácil y un final que no propició la apoteosis del colofón con un toro bruto del mismo hiero y en el que José Tomás hizo un esfuerzo con la mella del cansancio, físico y mental algo visible. Lo intentó desde el recibo con larga cambiada (se le notó la avirginidad en la suerte) hasta las inéditas, hasta el momento manoletinas que tuvieron sello propio y rozar de muslos. Además lo pinchó.
Sin embargo los gritos de torero, torero, cerraron festejo con un torero en hombros por las calles de Barcelona ante el griterío de no más de dos decenas de manifestantes a la contra.
¿Y estos son los representantes activos, en el campo de batalla de las supuestas 180.000 firmas para propiciar una iniciativa popular y abolir las corridas en Cataluña?
¿Estos son el ariete para que una ciudad se haya declarado institucionalmente antitaurina?
¡Vaya mascarada
Barcelona, su entorno taurino e incluso social se volcó con José Tomás. Y a Barcelona, por todo, por el torero, su gesto, y la Barcelona que necesita apoyos ante tanta declaración institucional de “anti taurina”acudió el “todo España, Francia y otros confines.
El ambiente era de grandes acontecimientos, quizá único.
Tarde de triunfo, no excesivamente triunfal, con expectativas cumplidas a medias. Cortó cinco orejas, tan solo dos de un toro, no hubo “rabo”, ni indulto.A penas dos sobresaltos, volteretas (una -3º- por pederle la cara torpemente, y otra -5º- trás un aviso de colada, en que el cansancio le dejó a merced del toro con pocos reflejos).
José Tomás se mostró solvente. Rebosante de valor y sangre fría, torero de zapatillas a montera, y dentro de la sobriedad tuvo variación con el capote y sobre la base del torero fundamental algunas concesiones vistosas, tanto que a partir del cuarto toro se gustó recreandose en sí mismo, en una segunda mitad de festejo de arte y ensayo con momentos intensísimos pero con el hilo secuencial, a veces, interrumpido.
Pero, curiosamente, fue a partir de ese cuarto, toro de El Pilar, pronto, en distancia, que le costaba repetir el segundo y tercer viaje al que cortó las dos orejas por una labor de probaturas y escrute sin terminarle de coger el punto de distancia, temple y dosis de pases por tanda. Un redondo citando de espaldas echó a funcionar la máquina de la euforia. Luego su afán de justificarse con torería hasta decir basta y la estocada hicieron que el público forzara al presidente a dar las dos orejas. Ocurrió igual en el quinto, pero sin la aquiescencia del “usía”, que se ganó la bronca preceptiva. Fue de Victoriano del Río, toro para no fallar, por hechuras y seriedad al que “quitó” de forma escalofriante con capote a la espalda. El toro no cumplió todo lo que prometía. Noble, sí, y de alegre arrancada en largo pero costándole repetir. Se defendía al obligarle, tendente a pararse y con síntomas de rajado a la hora de cuadrarlo para la muerte.
Le pidió en exceso J.Tomás, para lo que el animal iba pidiendo, en una labor personalista en la que hubo de todo bajo el signo de la torería y matarlo de estocada desprendida. No ha sido la espada lo más brillante de José Tomás.
Lo más importante lo hizo en el segundo. Un ejemplar de El Pilar, justo de pitones, que se defendió en el capote y, sin fijeza, desparramó la vista en banderillas, apretando una barbaridad a dentro y yendo siempre a la querencia. Con genio y moviéndose transmitió mucho. El torero le aguantó mucho la incierta embestida por el izquierdo y hubo más emoción que limpieza. Mejor sometido por el derecho el animal arrompió, siempre encastado y a veces genio. José Tomás lo cuajó, con quietud impávida, guapamente, varias veces por ese pitón e incluso al final al natural. Mérito de a toro complicado y exigente torearlo, a la postre, por las dos manos sin preocuparse demasiado de poderlo. Lo mató mal, con ansiedad, y todo quedó en un trofeo, el primero de la tarde.
En el tercero hizo su primer brindis de los dos. Toro de Victoriano del Río noble y repitiendo, un punto soso y algo reservó. Faena grande y limpia al natural con el “secreto” de esperarle mucho. Muletazos largos y con temple... hasta perderle la cara, absurdamente, y sobrevenir la voltereta. Luego en la versión “ecce homo” el torero desapareció y vino la emoción y la pasión para aliviar el susto en los tendidos. Un pinchazo en buen sitio y un descabello dejaron el premio de una oreja.
La tarde tuvo un comienzo en tono menor por la flojedad del animal de Cuvillo en el que José Tomás estuvo correcto, demasiado fácil y un final que no propició la apoteosis del colofón con un toro bruto del mismo hiero y en el que José Tomás hizo un esfuerzo con la mella del cansancio, físico y mental algo visible. Lo intentó desde el recibo con larga cambiada (se le notó la avirginidad en la suerte) hasta las inéditas, hasta el momento manoletinas que tuvieron sello propio y rozar de muslos. Además lo pinchó.
Sin embargo los gritos de torero, torero, cerraron festejo con un torero en hombros por las calles de Barcelona ante el griterío de no más de dos decenas de manifestantes a la contra.
¿Y estos son los representantes activos, en el campo de batalla de las supuestas 180.000 firmas para propiciar una iniciativa popular y abolir las corridas en Cataluña?
¿Estos son el ariete para que una ciudad se haya declarado institucionalmente antitaurina?
¡Vaya mascarada
No hay comentarios:
Publicar un comentario