José María Jericó
La burbuja inmobiliaria ha propiciado otras, como la creada en la fiesta de los toros durante las dos últimas décadas con montajes que servían para que el dinero ‘b’ aflorase dentro de la fiesta. Han sido muchos los que se han aprovechado y se han refugiado a la sombra de este espectáculo tan arraigado en gran parte de nuestros pueblos y ciudades. A los tradicionales empresarios, apoderados y ganaderos, se han sumado otros nuevos, muchos de ellos del mundo del ladrillo que se han subido a este carro y sin tener ‘repajolera’ idea se han metido en este negocio.
Así, por ejemplo el registro de ganaderías de reses bravas se incremento en el numero de nuevos ganaderos de forma exagerada, los últimos datos oficiales se aproximan a las 1.355 registradas en las distintas asociaciones de ganaderos de bravo, creando ganaderías con desechos de tienta que el ganadero tradicional, el de toda la vida, el que sabe y conoce esto, antes enviaba al matadero pero ahora no, pues siempre había algún nuevo rico que con la pasta fresca y al ‘dente’ estaba dispuesto a comprar lo que fuera con tal de, repito, medrar en este mundillo que invita al ‘famoseo’ y al blanqueo.
Se han batido todos los record de espectáculos dados en los últimos años, es verdad, pero muchos de ellos con el desolador aspecto de los tendidos mostrando gran parte del cemento vacío. Muchos han sido montajes organizados entre empresarios sin escrúpulos y ponedores con billetes sobrantes provenientes del ladrillo que jugaban al yo te ayudo, salgo en la foto, me hago famoso y ¡Ole! ¡Ole! y ¡Ole!.
Otro tanto ha sucedido con muchas de las empresas que se han constituido para presentarse a la licitación de las plazas de toros que ayuntamientos, diputaciones o gobiernos autonómicos sacaban a concurso. Revisen, revisen las sociedades que se constituyeron y verán la cantidad de ‘ladrilleros’ que se presentaron arropados por profesionales tradicionales del empresariado taurino que les venia bien el respaldo económico que aportaban estos señores, algunos con vinculaciones al mundo del fútbol muy intensas, llegaron a estar asociados a la empresa que rige la primera plaza del mundo y tuvieron que salir por ‘patas’ cuando se les vio el plumero con un celebre caso inmobiliario ocurrido en Andalucía.
Algunos de estos empresarios, han engañado a Ayuntamientos y propietarios de plazas de toros, además de engañar a ganaderos y a los toreros, jugando con ellos haciéndoles firmar contratos leoninos, pagándoles con pagares que nunca se cobran. Además de no abonar las cotizaciones y retenciones de Seguridad Social, IRPF, etc. Con todo esto no es de extrañar que las asociaciones que aglutinan a los profesionales del mundo del toro, hallan sacado unas listas en las que figuran las plazas de toros donde no se ha cumplido con lo estipulado, dejando un agujero negro de unos cuantos millones de euros, con el fin de vetar a estas en caso de que se programen festejos, sin haber regulado la deuda pendiente. Haciendo responsables subsidiarios de este fraude a los propietarios de las plazas, o sea, a los ayuntamientos por dejar la explotación de sus plazas al primero que llega, sin ni siquiera solicitar un fondo de garantía con el que hacer frente a estos casos. Así, en la temporada presente las plazas alicantinas de Elda y Benidorm, no programaran ningún festejo taurino a no ser que los ayuntamientos se hagan cargo del ‘pufo’ que asciende a unos cuantos cientos de miles de euros que deben a profesionales, ganaderos y en impuestos impagados.
Este espectáculo necesita regenerarse y volver a los cauces normales en los que el consumidor no se vea perjudicado con abonos desmesurados y con carteles de escaso interés. Los ganaderos de toda la vida, no se vean afectados por los de nuevo cuño, que en algunos casos hasta han regalado los animales con tal de verse anunciados por calles y plazas de los pueblos de nuestra geografía. Y respecto a los toreros, a esos que sueñan, con toda la legitimidad del mundo, en encontrar un padrino que lance su carrera, que no sean incautos que no caigan en las garras de esos empresarios que cobran por contratar toreros en vez de pagar los mínimos reglamentarios establecidos, que no engorden a esos golfos apandadores del dinero ajeno y sucio, al que ni siquiera pueden denunciar al no haber de por medio contratos ni papeles, o bien se los hacen firmar como que han cobrado hasta el ultimo céntimo. Si no pueden torear, no deben de forzar al sistema legal, el pagar por torear no es el camino para alcanzar la gloria. Eso únicamente sirve para que te pongan la etiqueta de ‘ponedor’ sin llevarte a ningún lado, salvo a la ruina moral, económica y en muchos casos familiar.
La burbuja creada con la fiesta taurina, se rompe y pierde fuerza, de momento este año, a la fecha que escribo este articulo, se han dado casi un cincuenta por cien de festejos menos que el pasado año y casi todas las ferias programadas después de San Isidro han visto reducido su abono en uno o varios festejos y para final de temporada se verán las consecuencias de una crisis, que va a servir para sanear este espectáculo, aunque lamentablemente muchos toros se van a quedar en las fincas sin poder ser lidiados y esto pondrá en aprietos económicos a más de un ganadero. Un espectáculo, este tan nuestro, que por cierto, para aquellos que siempre están protestando, para que la progresía de nuevo cuño se entere, no recibe subvenciones como el cine y aporta a la hacienda publica más dinero que el llamado séptimo arte.
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