Publicado en; www.detorosenlibertad.com
He dejado adrede que se enfriaran los ánimos y que pasara algo de tiempo para volver a hablar sobre José Tomás y para defenderme de las injustas y torcidas acusaciones de las que he sido objeto. No soy un detractor de José Tomás. Es más, yo fui uno de sus primeros partidarios cuando el de Galapagar era un novillero cuasi desconocido. Y después, ya matador, cuando ha estado bien, se lo he cantado como el que más. Pero ni su trayectoria ni su actuar ante el toro han sido uniformes. Y como siempre he criticado estas irregularidades, he sido designado como antitomasista, mientras sus partidarios me vilipendiaban. Se está exigiendo una adhesión inquebrantable y ayuna de crítica negativa hacia el torero. Y por ahí no paso. José Tomás tiene grandes virtudes, pero también grandes defectos y actitudes absolutamente intolerables. Y no me van a callar. Estoy en mi derecho de ejercer mi libertad de expresión. Discrepo de la horda tomasista en tres aspectos:
1.- Su escasa técnica y poco temple. José Tomás tiene personalidad, mucha clase y en los momentos claves de su carrera ha sido capaz de arrimarse de verdad. Esto le ha convertido en un torero de gran interés, pues los toreros de clase, en general, no han sido de los que se arrimaban, y los toreros que se han arrimado normalmente no han tenido clase. Tomás, al conjugar los dos elementos, se puso legítimamente en primera fila. Pero...
A cualquiera que observe el asunto con un mínimo de objetividad, le saltará a la vista la técnica precaria y la destemplanza del torero. Estos graves defectos, paradójicamente, le han favorecido, pues siempre gravita el ¡huy! y la emoción de la inminente cogida. Pero, seamos serios, estos son los vicios castizos de los que hace ya muchos años hablaba Bergamín. Al buen torero se le valora la destreza, esto es, la capacidad de dominio del toro y la limpieza en el trazo. Nada más feo que una faena llena de enganchones. Y muchos enganchones suele haber en la mayoría de los trasteos de José Tomás. Muy quieto, muy compuesto, pero mucho banderazo, mucho muletazo sucio y mucho amasijo con el toro. Observen las faenas, salta a la vista.
José Tomás no ha tenido el temple quintaesenciado de Antonio Ordóñez, el Viti, Dámaso González, Manzanares, Paco Ojeda, Espartaco, Enrique Ponce... Contemplar una faena de cualquiera de los citados es una delicia: se ve esa armonía líquida, donde el toro sigue absorto el engaño sin que se produzca ni un solo enganchón. Nada más feo que el enganchón. A José Tomás le desacreditan y le rebajan, por más que unos cuantos teóricos del absurdo hayan querido elaborar toda una teoría justificativa del enganchón. El temple es una exigencia ineludible del buen torero. Quien no templa, no será tan buen torero. Dicen que es el paladín de la pureza, pero ¿hay algo más impuro que un enganchón? Y que no me cuenten que tan cerca no se puede templar. ¿Acaso Dámaso y Ojeda no lo hicieron?
2.- Su modus operandi. Un diestro que no ha terminado nunca una temporada completa y que prácticamente no ha toreado ni en Pamplona ni en Bilbao (dos o tres tardes en cada plaza en los últimos quince años) tiene asignaturas pendientes. La capacidad de resistencia, es decir, la capacidad de acudir a todas las ferias de marzo a octubre y triunfando con regularidad, ha sido una exigencia indispensable para todas las figuras del toreo. Todas ellas lo han hecho y durante muchos años a lo largo de sus respectivas carreras. José Tomás aún no ha hecho una temporada completa. Pamplona y Bilbao son los dos grandes templos del toro-toro, y una cita indispensable de todas las figuras del toreo. Sin embargo José Tomás prácticamente es un desconocido en estos cosos.
Toda la vida de Dios las figuras han tenido enfrentamientos con los empresarios, pero al año siguiente el pleito se arreglaba y volvían a torear tranquilamente en sus ferias. Si una figura faltaba, por ejemplo a Sevilla, reforzaba su presencia en Madrid, Pamplona y Bilbao. Y al año siguiente ya había acuerdo con
Alguien dirá que el año pasado cortó siete orejas en Madrid. ¡Hombre! Algún gesto tiene que hacer de vez en cuando para mantenerse arriba. Si no hubiese toreado el año pasado en Madrid, su reaparición no hubiese tenido credibilidad ninguna. Pero ya hemos visto la espantá de este año... No cuadra muy bien que la primera figura, teóricamente, no vaya a comparecer esta temporada en ninguna de las cuatro grandes ferias: Sevilla, Madrid, Pamplona y Bilbao. Y ha querido tapar el desdoro con la encerrona de Barcelona: Bien preparada y mejor vendida a un público incondicional y entregado de antemano, y con la mayoría de la crítica previamente dispuesta a su favor.
Porque esa es otra: cuando hace algo especial es siempre en un ambiente propicio y trunfalista. Torear en Madrid o matar seis toros, cosa que vienen haciendo todos los toreros durante toda la historia con la mayor naturalidad, se nos presenta como una gesta única en el mundo. Y llega entonces el triunfo prefabricado y magnificado. En otras palabras, otro torero, por lo mismo, hubiese cortado un par de orejitas el primer día de lo Madrid del año pasado, y el segundo se hubiera dicho que estuvo muy torpe. Y de la encerrona de Barcelona se hubiese dicho que se le escaparon varios toros de lío gordo y que no cuajó a ninguno.
Comentario aparte merece lo de la televisión. Si Raúl, por ejemplo, se negara a que televisaran los partidos de fútbol en los que juega, se le echaría la gente encima. A José Tomás le ríen la gracia. Estamos en la era de la televisión. No dejarse televisar, expulsar a los toros de la pequeña pantalla, es lo peor que le puede suceder a
Parece que este año las grandes empresas fueron a negociar con él con los pantalones bajados: de entrada no había televisión y todos dispuestos a darle un dineral. Y, sin embargo, José Tomás les dijo que no a todos. Evidente: el medio toro de las plazas de segunda cobrando precios astronómicos y rehuir los compromisos de gran responsabilidad, ha sido siempre muy criticado. Cuando una figura se quitaba de un sitio, le ponían a parir. Sin embargo José Tomás se quita de todas partes y le ríen la gracia. Esto es nuevo. Hasta ahora, cuando una figura no cumplía con su responsabilidad de figura, lo han breado. José Tomás no va a ninguna parte y todo el mundo le ríe la gracia. Increíble.
¿Y el toro? Durante los últimos cincuenta años los aficionados se han lamentado constantemente de la propensión de las figuras hacia el toro más fácil e ingenuo mientras rechazaban las ganaderías más duras y difíciles. A pesar de eso y hasta la aparición de José Tomás, las figuras mataban prácticamente todos los encastes: Núñez, Atanasio, Santa Coloma, Murube... Pues bien, este Señor solo torea un encaste muy concreto y, dentro de ese encaste, las cuatro ganaderías que todos conocemos. Cuando se apuntó a una dura hizo el ridículo y no lo ha vuelto a intentar. Siempre pide el toro más fácil de la ganadería más fácil. Pues bien, los mismos que exigen gestas y gestos a los otros toreros, cierran los ojos y miran a otro lado ante las desorbitadas exigencias ganaderas del de Galapagar. José Tomás, santo patrón del monoencaste. Y nadie dice ni pío, obviamente.
3.- Sus devotos. Entre los fieles de José Tomás hay gente de todas las clases. Por supuesto hay entendidos, buenos aficionados y gente muy educada y respetuosa. Con ellos ningún problema. Pero también hay otros partidarios absolutamente insufribles por snobs. La mayoría de ellos llevan en esto un cuarto de hora. Hace cinco años no habían pisado una plaza de toros y, con tan corto bagaje, se permiten el lujo de insultar y despreciar a quien discrepa de ellos. Solo por la ignorancia pueden llegar a afirmar que José Tomás es el mejor torero de la historia.
Cualquier persona medianamente versada en la historia del toreo sabe que desde un punto de vista ortodoxo, José Tomás es bastante menos importante que diestros como Gallito, Pepe Luis Vázquez, Antonio Ordóñez o Paco Camino. Desde un punto de vista de dominio del toro, José Tomás está muy por debajo de Gallito otra vez, de Domingo Ortega, de Dámaso González o de Enrique Ponce. Desde un punto de vista heroico, José Tomás está muy por debajo de Belmonte, Manolete y Diego Puerta, capaces de arrimarse todos los días, con todos los toros, durante muchos años seguidos, y no en cuatro corridas de modo puntual. Y desde el punto de vista de la heterodoxia taurina, Belmonte, Manolete, el Cordobés y Paco Ojeda han supuesto mucho más para la historia del toreo que José Tomás. ¿Qué de nuevo ha aportado José Tomás al toreo? Nada ¿Ha superado técnica o artísticamente a los más grandes? No. Gallito, Belmonte, Chicuelo, Domingo Ortega, Manolete, Pepe Luis Vázquez, Antonio Ordóñez, Paco Camino, el Viti, el Cordobés... aportaron algo y tienen mucho más peso en la historia que José Tomás. Por tanto, nombrar al de Galapagar como el mejor torero de la historia es un auténtico desatino.
Pero es que José Tomás tampoco está por encima de los mejores toreros de su propia generación. Ponce y El Juli le aventajan sobradamente en capacidad de lidia y sentido del temple; Morante, en clase e inspiración... Desde luego la actitud de los tomistas despreciando a los toreros que acabo de citar, es intolerable.
José Tomás es un torero muy interesente que ha sabido conjugar su gran personalidad con el arte y el valor. Es un gran torero. Pero de ahí a nombrarle el mejor de todos los tiempos hay un trecho muy amplio. Y, desde luego, su actitud y modus operandi son absolutamente criticables.
Recuerdo ahora con cariño, respeto y admiración a los partidarios de Curro Romero y de Rafael de Paula. Soportaban estoicos las guasas de las gentes e iban ingenuos y sonrientes a ver a sus toreros sin meterse con nadie ni insultar a nadie. Igualito que el talante agresivo e intolerante de muchos partidarios de José Tomás. Y todo este descalzaperros, a ¿qué es debido? Al snobismo. Nada más. Hay mucha gente que quiere presumir de entendida sin serlo, que solamente dice tópicos. Y José Tomás, ensalzado por la generación de críticos más sesgada y/o ignorante de la historia, les ha venido al pelo. No todos los críticos son sesgados y/o ignorantes, por supuesto, pero sí algunos de los que ocupan las tribunas más influyentes. A veces produce risa y otras indignación ver cómo pontifican desde el púlpito (porque ellos sí que tienen púlpito) gentes que llevan en esto cinco minutos y saben muy poco del asunto. Los hay, sí, que llevan en esto toda la vida y que saben. Pero es tal la red de amistades y compromisos en que andan envueltos, que no tienen más remedio que remar a favor. Todos los snobs que querían presumir de saber de toros se apuntaron al tomasismo. Luego, la bola de nieve no ha hecho más que crecer... La bola se derretiría en cuanto José Tomás se dejase televisar y torease un año ochenta corridas de toros. Entonces solo le verían los defectos, como ha sucedido siempre cuando las figuras se prodigan. Y entonces me quedaría yo solo diciendo que, a pesar de ciertos defectos, José Tomás es un grandísimo torero. Porque cuando el aire cambie de dirección, los mismos que hoy le ensalzan hasta el delirio serán los primeros en sacarle los ojos.
La interrelación entre el fenómeno José Tomás y lo políticamente correcto es evidente. Ya saben: todo el mundo repitiendo mentiras evidentes para no caer en la incorrección política. En esta democracia se ha impuesto la tiranía de la corrección política. A nadie se encarcela por decir algo, pero si ese algo discrepa de la verdad oficial, el discrepante es condenado al ostracismo y se le nombra oficialmente imbécil. Y las gentes, ante el miedo de sentirse despreciados y apartados de la sociedad, admiten la mentira. En los medios de comunicación hay muy poca gente capaz de decir a las claras lo que piensa sobre muchísimos temas. Decir, por ejemplo, que Franco hizo alguna cosa bien, conlleva automáticamente la muerte social de quien se atreve a afirmarlo. Pues algo así está pasando en nuestro pequeño planeta de los toros. Muchos no dicen lo que piensan por miedo al ser despreciado y al rechazo social. Este clima de coacción es intolerable.
4.- Declaración de intenciones. Se estará de acuerdo conmigo o no, pero creo que argumento lo que digo. No espero la loa ni el aplauso y admito la discrepancia razonada con argumentos. Pero lo que no voy a volver a consentir es el insulto y el ataque personal porque yo, en lugar de insultar, intento razonar mis afirmaciones sin pretender ofender a nadie. Y tengo el derecho a expresarme libremente.
Y otra cosa: mientras muchos sacan tajada del pastel y viven de esto, yo pago religiosamente mis entradas y mis abonos (y en su caso, mis hoteles). Mi afición me cuesta dinero y no me da ni un céntimo. Y, equivocado o no, escribo de toros solamente por mi afición absolutamente desinteresada hacia la fiesta de los toros.
1 comentario:
ME HA ENCANTADO ESTA PUBLICACION, NO SE PUEDE SER MAS SINCERO, OBJETIVO Y SINCERO, COSA QUE ESCASEA EN EL MUNDO DEL TORO. ESTOY SEGURA QUE HAY MUCHA GENTE QUE OPINA COMO USTED Y NO SE ATREVE A DECIRLO, POR LOS MOTIVOS QUE USTED TAMBIEN EXPLICA. HA DADO FORMA Y HA PUESTO PALABRAS A MI PENSAMIENTO, ME HE QUEDADO PERPLEJA.MUCHAS GRACIAS.LA FIESTA NECESITA A MUCHA GENTE COMO USTED.
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