martes, 11 de noviembre de 2008

Primera página para un Don Nadie genial

Jon Mujika

El Club Cocherito de Bilbao acogió ayer la entrega del premio 'Jesús Betes de la Bodega a la vergüenza torera', concedido a 'El Fundi', un torero de una pieza

Hay toreros con don y toreros de fragua; diestros que parecen soplados en un taller de Murano y matadores moldeados en un ring a base de huesos quebrantados, cornalones de costurón y una muleta honrada, siempre puesta allá donde duele. A esta última estirpe pertenece José Pedro Prados, El Fundi, un torero compacto, de pieza entera, que fue Don Nadie en España cuando en Francia era un señor. En el turbulento mundo taurino ocurre de vez en cuando; un hombre se juega la vida pero gasta un nombre difícil de pronunciar, casi un trabalenguas y teje una carrera sin leyenda y pasa desapercibido. En la Francia taurina supieron ver ya hace años una historia cargada de gestas sordas y valentía; aquí el barro camufló el brillo de su toreo poderoso.

Hasta la última corrida de la última Semana Grande. Entonces El Fundi se dio de bruces con un barrabás en la última oportunidad de la tarde, con cuarenta años a sus espaldas y una carrera ya en el ocaso. No lo pensó. Volvió a sentar cátedra jugándose la vida en serio y no a la violeta, como tanto se acostumbra. Tenaz y templado, el viejo torero se encaró a su enemigo, frunció el ceño y toreó como los ángeles en el andamio.

No se ha olvidado aquella gesta. No en vano, Iñaki Betes y cuantos están detrás del
premio Jesús Betes de la Bodega a la vergüenza torera no dudaron ni un ápice en concederle un galardón que encaja como un guante en su toreo recio. Tardes como esa son las que han dado una gloria de lija a El Fundi, mientras los empresarios continúan vallando el cercado: sólo corridas duras, sólo los rescoldos de la gran hoguera de la Feria...

No es justo. Y como yo piensan muchos de quienes ayer acudieron al Club Cocherito -otros muchos no; otros muchos piensan que se trata de un torero tosco: allá ellos...- para presenciar el acto de entrega de tan merecido galardón. A la cita acudieron Beatriz y María Betes, quienes aguardan al torero con un hermoso ramo de flores en las manos, Merche Sanz, el presidente de la Junta Administrativa de Vista Alegre, Luis Díaz de Lezana, el presidente del club anfitrión, Leopoldo Sánchez Gil, Santiago Iriarte, Javier Galán, Ana Belén Escolar, la mujer que más sufre del mundo cuando José Pedro cumple como un hombre honrado, Andrés Duque, Javier de Juana, José Luis Martínez Caballero, Vicente de Godos, Pablo Arias, el poeta Misere Josephe, quien vela armas antes de lanzarse, una vez más, al campo de batalla de las ventas con un nuevo libro, Javier Molero, el doctor Andrés Macua, el notario Juan Bustamante, Julián Martín de Errazquin, Juan Manuel Delgado uno de tantos cuantos suspiramos cuando Fernando Llorente rescató al Athletic en la boca del pozo, a un paso de despeñarse en Mallorca, Txelu Fernández y un sinfín de gente que se arremolinó, como nunca, alrededor de la charla que ilustró la concesión del premio.

"Hay mucho cabrón suelto..." La frase retumbó en los oídos del cronista, aunque fuese pronunciada sin señalar a nadie. ¿Aquí?, pregunté. "No, en el mundo del toro. Negarle el pan a un hombre así..." Ignoro si ésa es la opinión unánime de cuantos se acercaron ayer a saludar al matador. Da igual. Lo cierto es que los salones del Club reventaron y por ellos desfiló gente como Cornelia Negueruela, Jesús Ejido, Marcelino Gorbeña, Javier Abad, José Luis Arias, Juan Mari Gómez Mariaca, Pedro Mari Azofra, quien habla siempre con un cuchillo entre los dientes por el que brotan verdades como puños, Asier Guezuraga, Idoia Olabarri, Begoña Melero, el fotógrafo Manu de Alba, Javier Urroz, Raimundo Antolín, el cantante Pepe Extremadura, Pablo Bilbao, José Vicente Prado, Txema Letona, Nacho Burgos, Txema Muguruza, el poeta Fernando Zamora, y un buen número de partidarios de los hombres embraguetados, dicho sea en el sentido más noble del término. Si llega a nacer en la época de los toreros valientes y los toros fieros, hubiera sido una figura de época. Hoy, en el reinado del pasimisí, pasimisá, recoge premios como éste. Su toreo no va en el gusto de los tiempos, más estéticos, pero José Pedro Prados
, el diestro de Fuenlabrada, sale a luchar cada tarde contra molinos de viento. Para él primera página.

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