Enrique León `Don Piri´
Dice bien el refrán: “El fin justifica los medios”. Es obvio que los empresarios busquen y encuentren la manera de no perder dinero, sino de ganarlo, una forma muy socorrida es que los toreros le entren con su cuerno, así como lo ha hecho y sigue haciendo el chalao Luis Ricardo Medina, apodado Pasión Gitana, haciendo empresa o de plano pagando por torear. Este mismo valedor hizo empresa en la Monumental de Morelia y si no mal recuerdo también en El Palacio del Arte, tronó como torero y como empresario con su lana.
En el coso de Insurgentes el 6 de marzo del 2005 confirmo su alternativa, según se supo a cambio de varios melones, pegando de paso tronantes petardos con dos toros de González, lo incomprensible es que de nueva cuenta el aún empresario Herrerías lo vuelva a colgar en los carteles, o sea que le empuja al público capitalino una maleta torera ya reconocida, sin el menor respeto para el que paga su boleto, nada menos que en la catedral del toreo; más cachondeo ya no se puede hacer en la monumental México. De que el Pasión Gitana le entró con la lana, yo al menos no lo dudo, lamentablemente como no da ningún recibo en esos checos arreglos, pruebas claras no existen. No es justo que mientras en los tendidos veamos sentados a varios matadores jóvenes que ya han cortado orejas en esa plaza, el tal maletón milloneto Pasión Gitana, que hasta apoderado estrenó y que de torero sólo tiene sus avíos de torero, le quite la oportunidad a los que se juegan la vida en aras de ser toreros de verdad y que a leguas se les ve las ansias y el hambre de torear. Debió haber sido fuerte el cañonazo que Pasión aventó por destorear, eso sí, salió vestido de amarillo como un príncipe, lo malo fue que el pobre hombre no dejó de temblar ni dentro del burladero; aunque el ridículo fue gigante, diremos en su favor que no tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre.
Esto lo apunto porque si el empresario conocía el tamaño tan grande del maletón Pasión Gitana, de ninguna manera lo hubiera puesto a sabiendas que también sería una falta de respeto de la fiesta que es el público, lógico es pensar que el favorcito tuvo que ser pagado; hasta donde yo sé, ningún empresario repite a los toreros fracasados y menos si el fracaso es en la México; si ya de por sí la gente está hasta el copete de ver tanta pachanga en las que los toros salen al ruedo a rodar por las arenas inspirando lástima, (el domingo pasado cuatro fueron los inválidos); poniendo en los programas toreros tipo Pasión Gitana no pasará mucho tiempo que a la gran México asistan sólo los toreros, los toros, los subalternos, los monosabios, los mulilleros, mozos de espada, periodistas, el juez, los músicos y obviamente los parientes más cercanos. El asunto por pagar por torear es más viejo que Matusalén anécdota. Por torear una vaca me dieron a vender 100 boletos de a tres pesos, solo vendí 60 pesos, los 240 pesos restantes se los cobró el empresario Salvador de la Coba con mi chamarra y una espada ajena. Los chavales con dinero hacen empresa, otros vivillos organizan festejos en los que los novilleros ponen su toro con todo y carne, así el empresario tranza va en caballo de hacienda. Lo que ya no tiene jefecita es que en la anciana plaza México, sin ningún respeto, se hagan trinquetes que ponen a la altura de plaza cuetera. Suerte y al toro.
Dice bien el refrán: “El fin justifica los medios”. Es obvio que los empresarios busquen y encuentren la manera de no perder dinero, sino de ganarlo, una forma muy socorrida es que los toreros le entren con su cuerno, así como lo ha hecho y sigue haciendo el chalao Luis Ricardo Medina, apodado Pasión Gitana, haciendo empresa o de plano pagando por torear. Este mismo valedor hizo empresa en la Monumental de Morelia y si no mal recuerdo también en El Palacio del Arte, tronó como torero y como empresario con su lana.
En el coso de Insurgentes el 6 de marzo del 2005 confirmo su alternativa, según se supo a cambio de varios melones, pegando de paso tronantes petardos con dos toros de González, lo incomprensible es que de nueva cuenta el aún empresario Herrerías lo vuelva a colgar en los carteles, o sea que le empuja al público capitalino una maleta torera ya reconocida, sin el menor respeto para el que paga su boleto, nada menos que en la catedral del toreo; más cachondeo ya no se puede hacer en la monumental México. De que el Pasión Gitana le entró con la lana, yo al menos no lo dudo, lamentablemente como no da ningún recibo en esos checos arreglos, pruebas claras no existen. No es justo que mientras en los tendidos veamos sentados a varios matadores jóvenes que ya han cortado orejas en esa plaza, el tal maletón milloneto Pasión Gitana, que hasta apoderado estrenó y que de torero sólo tiene sus avíos de torero, le quite la oportunidad a los que se juegan la vida en aras de ser toreros de verdad y que a leguas se les ve las ansias y el hambre de torear. Debió haber sido fuerte el cañonazo que Pasión aventó por destorear, eso sí, salió vestido de amarillo como un príncipe, lo malo fue que el pobre hombre no dejó de temblar ni dentro del burladero; aunque el ridículo fue gigante, diremos en su favor que no tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre.
Esto lo apunto porque si el empresario conocía el tamaño tan grande del maletón Pasión Gitana, de ninguna manera lo hubiera puesto a sabiendas que también sería una falta de respeto de la fiesta que es el público, lógico es pensar que el favorcito tuvo que ser pagado; hasta donde yo sé, ningún empresario repite a los toreros fracasados y menos si el fracaso es en la México; si ya de por sí la gente está hasta el copete de ver tanta pachanga en las que los toros salen al ruedo a rodar por las arenas inspirando lástima, (el domingo pasado cuatro fueron los inválidos); poniendo en los programas toreros tipo Pasión Gitana no pasará mucho tiempo que a la gran México asistan sólo los toreros, los toros, los subalternos, los monosabios, los mulilleros, mozos de espada, periodistas, el juez, los músicos y obviamente los parientes más cercanos. El asunto por pagar por torear es más viejo que Matusalén anécdota. Por torear una vaca me dieron a vender 100 boletos de a tres pesos, solo vendí 60 pesos, los 240 pesos restantes se los cobró el empresario Salvador de la Coba con mi chamarra y una espada ajena. Los chavales con dinero hacen empresa, otros vivillos organizan festejos en los que los novilleros ponen su toro con todo y carne, así el empresario tranza va en caballo de hacienda. Lo que ya no tiene jefecita es que en la anciana plaza México, sin ningún respeto, se hagan trinquetes que ponen a la altura de plaza cuetera. Suerte y al toro.
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